
sintiéndome débil bebí de la piedra ardiente
dormí en su tapiz de arenoso abrazado por su hielo nocturno
Alucinando con su vestido que se volvía parte del paisaje
me arrastre en mi locura
Escondido en un valle
abrazado entre montañas y picos
navegue por fin sus aguas y surcos
nacidas del un gran cañón
Caí finalmente en ellas
envuelto en su cuerpo me ahogue
Era lo que siempre había querido
sumergirme y quedarme en su profundidad
Lo que ahora es agua salada
será mi mausoleo iluminado por el sol radiante
de un sueño que no fue eterno